Montalvo 

Nací en Madrid. En todo el centro. Castizo de los pies a la cabeza. A escasos minutos de la Plaza Mayor y el Palacio Real. Me podría considerar, en mi juventud, como un mal estudiante, revoltoso, inquieto y chico de la calle. Estaba más pendiente de agentes externos que de lo que se supone que debe hacer un joven a esa edad. Me decanté por lo que me enseñaba la vida en vez de prestar atención a los libros. No era lo suficientemente inteligente como para apreciar todo lo que nos dan esos pequeños seres de papel y tinta.

Empecé a trabajar muy joven. Apenas tenía la edad permitida para desarrollar esa labor (no lo recuerdo con exactitud pero debía de tener quince años, más o menos). Mis primeros pasos en aquel mundo fueron un auténtico desastre. Primero en una fontanería de barrio como aprendiz. Luego en una empresa dedicada a soluciones energéticas… hasta que me di cuenta de que eso de levantarse tan pronto no iba conmigo y opté por probar en otro sector. Con diecisiete años comencé a trabajar por la noche en locales de ocio (aunque no tenía la edad legal, ni siquiera para acceder a ellos. Reconozco que utilicé pequeñas tretas para ocultar esa pequeña mentirijilla). En primer lugar, en un pequeño pub, como multiusos. Recogía vasos, ayudaba en lo que se me requería y me utilizaban como una simulación de portero cuando se llenaba demasiado y hacía falta un supuesto control de acceso. A los meses, por pura coincidencia y por consecuencias del destino, un amigo me llamó para hacer una sustitución, en una de las discotecas más grandes de Madrid, como controlador de acceso (portero para los que los llamáis así). Ahí comenzó una aventura en la que he estado viajando más de la mitad de mi vida…

En 2005, gracias a mi madre y por pura cabezonería, me matriculé para realizar las pruebas de acceso a la universidad para mayores de veinticinco años. Empiezo a estudiar (y digo empiezo porque nunca lo había hecho de verdad) a diario, aceptándolo como uno de los mayores retos de mi vida. A base de muchas horas y muchos dolores de cabeza consigo aprobar. Un gran triunfo para un chico que solo había leído novelas y libros que le atrapasen de verdad. A los años también logré licenciarme en derecho (aunque aún me falte por exponer el trabajo de fin de carrera), uno de mis mayores triunfos como persona. No solo por lo que significa, sino porque hay alguien que se sentirá realmente orgullosa de ello donde quiera que esté.

En 2013, de forma completamente inesperada, nace una vocación oculta. Y con ella un gran y radical cambio. Las letras aparecen en mi vida para desordenarlo todo. Un desorden maravilloso que se convierte en una forma de entender las cosas y un motivo por el cual descubro una felicidad plena. Gracias a un increíble equipo de personas publico mi primer libro “Cosas y pelo”. Un gran hombre me brinda la oportunidad de entrar de lleno en ese mundo. Apuesta por las locuras de un joven sin experiencia y da vida a una novela erótica de alto voltaje. Ese primer manuscrito que redacto sin ningún tipo de técnica es, tan solo, la necesidad de expresar lo que te da miedo decir con palabras.

A partir de ahí, me embarco en una aventura que me descubre un sinfín de parajes desconocidos.  Jamás había pensado que algún día vería mi nombre en la portada de uno de los muchos libros que he leído. Os aseguro que fue una de las sensaciones más bonitas que he experimentado. No sé si se me puede considerar como escritor (aunque en la actualidad haya publicado muchos libros) pero lo que tengo claro es que contar historias es lo mejor que me ha pasado y, con total certeza, que me pasará en esto que la mayoría llamamos vida.